sábado, 31 de julio de 2010

Pixar, hasta el infinito y más allá

No es tarea fácil cerrar una trilogía. Para empezar se ha de ser consecuente con las anteriores películas. Además está saga había dejado el listón muy alto con dos grandísimas películas. Lee Unkrich (Buscando a Nemo, Monstruos S.A.) consigue cerrar la trilogía Toy Story de una manera sobresaliente a cargo de un guión de Michael Arndt quien ya ganaría un Oscar con Pequeña Miss Sunshine al mejor guión original y a quien si la academia es justa también debería premiarle por escribir esta auténtica joya.


Cada uno de los juguetes –los viejos y los nuevos - está cuidado con mucho esmero. Los juguetes sienten y hacen sentir al espectador. Están más vivos que la mayoría de los personajes de las películas que semana tras semana asaltan nuestra cartelera para después ser olvidados sin pena ni gloria. Aquí los personajes son de verdad aunque no sean de carne y hueso, aunque sean juguetes, aunque sea cine de animación y evocan ternura, rabia, tristeza, nostalgia, alegría y un sinfín más de sensaciones. Woody ese vaquero con una lealtad absoluta, Buzz el astronauta más valiente de todos los tiempos, Rex el dinosaurio más asustadizo, el casi siempre malhumorado señor Patata . Todos estos personajes y muchos más forman un elenco envidiable para cualquier película y pasarán a la historia del cine como unos de los mejores personajes de película.

Los escenarios nuevos son sencillamente geniales. La guardería de Sunnyside es una auténtica maravilla llena de colorido y un vital dinamismo. La guardería se mueve, está viva como formando parte de un todo. El paraíso en el que todo juguete querría acabar – o quizás no. La música de Randy Newman es parte importante de la película. Como no podía ser de otra manera, Pixar regala un elegante y gracioso homenaje al admirado – imagino que también por ellos – Hayao Miyazaki con la aparición de uno de sus más entrañables personajes que no es otro que Totoro. Hilarante es sin duda el momento que protagonizan dos de los personajes secundarios: Ken y Barbie aunque no es el único momento cómico de la película ni mucho menos. La película termina con un grandísimo final épico que nos levanta a todos de nuestros asientos.
Divertidísimo es también el guiño al lenguaje español que se hace en el último tramo de la película que culminará en la parte final con el tema de los Gipsy Kings hay un amigo en mi.


La película combina varios géneros con una elegancia pasmosa. Lo mismo se presenta una escena de acción trepidante que nos recuerdan a las viejas películas de aventuras, como nos envuelve con momentos de ternura y nostalgia, o nos regala momentos de comicidad desternillante. Será por eso que después de los créditos de la película se pueden encontrar en la sala de cine abandonados suspiros, lágrimas, carcajadas, y sobre todo podemos encontrar alegría y pena. La alegría de haber disfrutado como un niño de una de las mejores películas de los últimos años y la pena de pensar en el tiempo que tendrá que pasar para que nos volvamos a encontrar con otra gran película como esta.